Mitos y verdades del lenguaje de los perros

2022-07-29 18:01:02 By : Ms. xianxian wang

A veces confundimos gestos de fiesta con señales de estrés. Foto Shutterstock.

La familia de Melina Moyer es una de las que conforman los 23 millones de hogares estadounidenses que adoptaron un animal durante la pandemia. Ozzy, el perro mezcla de pastor alemán, sabueso afgano y chow chow que desde entonces convive con los Moyer, les dio alegría durante una época muy difícil.

El caso de los Moyer no fue aislado. De hecho, un estudio de 2021 reveló que, durante la pandemia, las personas que tenían perros se sintieron más apoyadas socialmente y fueron menos propensas a tener síntomas de depresión que quienes no vivían con un perro, pero que tenían las intenciones de hacerlo.

Tan simple como efectivo, el pelo de Ozzy, que parece batido y enrulado como el de estrella de rock –se llama así por el cantante de rock Ozzy Osbourne– y sus extraños ruidos parecidos a los de un mono, hacen reír a Moyer y sus hijos disfrutan jugar en el jardín a tirar de la cuerda con él.

No humanizar. A un perro puede no gustarle lo que le gusta a su tutor. Foto: Martín Bonetto.

Que un perro lama la cara de su tutor no implica que sea una demostración de cariño.

Pero Ozzy a veces también se convertía en un dolor de cabeza al hacer cosas como saltar sobre la mesa de la cocina para robar comida y tirar de su correa como un perro de trineo durante los paseos. Por eso, hace unos meses, Moyer contrató a la entrenadora Amber Marino para que la ayudara a controlar esas conductas con las que ella no se sentía tan conforme.

En los intercambios, lo primero que le enseñó la especialista fue que probablemente la familia estaba malinterpretando gran parte del comportamiento de Ozzy, como le ocurre a la mayoría de los tutores.

“Los perros siempre se comunican con nosotros, pero la mayoría de las veces no los escuchamos, lo que puede provocar problemas de comportamiento”, dice la experta.

Por ejemplo, cuando un cachorro se pone panza arriba, no necesariamente quiere un masaje en la barriga; puede ser que pida algo de espacio. Lo mismo sucede cuando un perro mueve la cola: no siempre es sinónimo de que está contento, a veces puede comunicar que está excitado y a punto de arremeter.

Entonces ¿en qué se equivocan los humanos al interpretar el comportamiento de los perros?

Un error clave que comete la gente es que suele pasar por alto las señales de estrés o ansiedad en los perros, algo que suele ser un precursor de comportamiento agresivo.

De acuerdo con las teorías elaboradas por diferentes expertos, un perro estresado puede mostrar que está asustado cuando se lame los labios, bosteza, levanta una pata delantera, se sacude para soltar pelo, se rasca, tiembla, jadea o camina de un lado a otro.

Lengua afuera. No significa necesariamente alegría. Foto: Ariel Grinberg.

Sus ojos también pueden cambiar ante un evento que lo incomoda. Cuando esto sucede, se trata de un fenómeno llamado “ojo de ballena”, que a menudo es un signo de angustia canina. Se revela cuando el perro está nervioso y deja apreciar más cantidad del globo ocular, es decir la parte blanca, que lo normal.

“Lo notábamos en Henry, nuestro otro perro, cuando lo llevábamos al parque. A veces le ocurría lo que mi pareja y yo llamábamos ojos locos: sus ojos se desorbitaban y se veía más la parte blanca”, recuerda Melinda Moyer.

Esto no significa que, cada vez que el perro jadea, bosteza o levanta una pata, esté al borde de un ataque de nervios. Los perros también jadean cuando tienen calor. Algunos, como los pointers, levantan las patas delanteras cuando captan un olor. Los bostezos obviamente también pueden significar que el perro está cansado.

Para entender lo que dicen el lenguaje corporal y el comportamiento de un perro, “hay que fijarse en todo su cuerpo y pensar en el contexto en el que se encuentra”, dice Sarah Byosiere, psicóloga y directora del Thinking Dog Center del Hunter College, que forma parte de la Universidad de la Ciudad de Nueva York.

Saber leer el movimiento de la cola puede anticipar que un perro está a punto de arremeter.

Por lo tanto, si el perro jadea pero no tiene calor ni está sin aliento, o si bosteza pero no parece cansado, podría estar estresado. Y, sobre todo, si se observa una combinación de estos comportamientos de estrés a la vez, es una buena señal de que el perrito está incómodo, afirma Byosiere.

Si el perro está alterado, ¿qué hay que hacer? En primer lugar, intentar averiguar qué puede estar causando su malestar, según Angie Johnston, psicóloga y directora del Centro de Cognición Canina y del Laboratorio de Aprendizaje Social del Boston College.

¿Está en un lugar desconocido? ¿Está conociendo a personas o perros nuevos? Una vez que se tiene una idea de lo que podría suceder, conviene retirarse de esa actividad y ver si esos comportamientos ansiosos se disipan.

“La idea errónea más común es que el movimiento de la cola significa decididamente que el perro está contento”, afirma Johnston. Si el movimiento es fluido y relajado, entonces sí, probablemente, esté contento, enfatiza el especialista. Pero si la cola se mueve sólo levemente y parece rígida, puede ser una señal de que está a punto de ser agresivo e, incluso, que puede llegar a morder.

Las investigaciones indican también que, cuando la cola se inclina más hacia la derecha, el perro está contento pero, si se inclina más hacia la izquierda, siente hostilidad.

Muchos de los errores que cometen los tutores giran en torno a cómo manejan las interacciones sociales de los perros que tienen a cargo.

Los perros siempre se comunican con sus humanos, pero la mayoría de las veces no los comprendemos.

A menudo no se reconocen las señales –como el jadeo, el movimiento rígido de la cola, el lamido de los labios y los bostezos– que indican que el animal se siente incómodo con otras personas o perros y necesita ayuda.

Hay señales -como el jadeo- que indican que el animal se siente incómodo. Foto: Shutterstock.

Responder a sus señales puede significar pedir a otras personas que le dejen espacio. Tal vez también signifique dejar el parque para perros y volver a casa. “Probablemente, lo peor que se puede hacer es no hacer nada”, afirma Byosiere. Si no se interviene, también aumenta el riesgo de que el animal se vuelva agresivo.

Los tutores también tienden a suponer que los perros son más extrovertidos de lo que realmente son. “A la gente que ama a los perros le encanta conocer a otros perros. Pero no a todos los perros les gusta conocer personas o perros nuevos”, sostiene Brian Hare, antropólogo evolutivo de la Universidad de Duke que fundó el Centro de Cognición Canina.

Si uno quiere hacerse amigo de un perro, conviene preguntarle primero al humano responsable si le parece bien y respetarlo si dice que no.

En caso afirmativo, hay que acercarse al animal lentamente. A continuación, lo mejor es detenerse a unos metros, agacharse y ver si el perro se acerca. Si no lo hace, y sobre todo si desvía la mirada o se aleja, hay que tomarlo como una señal de que no hay que forzar el encuentro.

Panza arriba. ¿Y si es una expresión de incomodidad?

Eso no es todo. Advertir alguna de las señales de angustia mencionadas anteriormente, también es un indicio de que el perro está nervioso y hay que retroceder.

Importante: bajo ninguna circunstancia hay que acercarse a un perro con la mano extendida, dice Hare: eso puede desencadenar la agresividad en aquellos que han sido maltratados. Por el contrario, sugiere cerrar el puño y esperar a que el animal tome la iniciativa para olfatearlo, si es que así lo decide.

Los expertos también aclaran que es moneda corriente atribuirle a las acciones de los perros sentimientos que realmente no tienen. “Siempre supuse que Ozzy me lame la cara porque me quiere. Pero – ¡y cuánto me apenó enterarme de esto!– los perros suelen lamer la cara porque esperan saborear una muestra de lo que uno ha comido recientemente”, comenta Evan MacLean, antropólogo evolutivo y psicólogo comparativo de la Universidad de Arizona.

Esto tiene una explicación y deriva del comportamiento de los lobos jóvenes, que lamen el interior de la boca de la madre para que ésta les regurgite la comida. Lo que sugiere por qué los perros hacen cosas que a muchos humanos les resultan repulsivas, como comer el vómito de la gente.

Otro error es suponer que a los perros les gustan las mismas cosas que a los humanos. Sí, a algunos les encanta que los acaricien y los mimen. Pero a muchos otros no.

“Ozzy a veces se pone panza arriba cuando mi hijo de once años lo acaricia, y eso puede deberse a que se siente incómodo, no a que quiere que le acaricien la barriga”, dice Moyer, aunque hay que admitir que puede ser difícil notar la diferencia.

Además, en cuanto a esa expresión de culpabilidad que se ve en la cara del perro cuando ha hecho algo “malo”, las investigaciones demuestran que en realidad no es una señal de que se sienta avergonzado, sino de que probablemente esté respondiendo al enojo.

“Los perros muestran esa mirada como respuesta al comportamiento o al tono de voz que en ese momento le transmite la persona, no a que hayan hecho algo que consideren malo”, dice Alexandra Horowitz, científica cognitiva que dirige el Laboratorio de Cognición Canina del Barnard College. En definitiva, los perros nos entienden mucho mejor a los humanos que nosotros a ellos, asegura Johnston.

A lo largo de miles de años de domesticación, se han vuelto “muy hábiles para interpretar nuestros sentimientos, movimientos corporales, tonos de voz y estados emocionales pero no creo que la cosa haya funcionado tanto en la otra dirección”. Para hacer lo correcto es necesario conocerlos y aprender a entender sus señales.

“Ahora me doy cuenta de que Ozzy estaba comunicándonos sus necesidades con bastante claridad, pero que nosotros no éramos receptivos. Desde que prestamos más atención, se porta mucho mejor. Sin embargo, todavía estamos trabajando en su propensión al robo de burritos. Eso es más difícil de evitar”, cierra Moyer.

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